¿Las abejas pueden
oler?
Sí, pero no tienen
nariz
Las abejas tienen el
sentido del olfato tan desarrollado que a veces rivaliza con el de los perros.
De hecho la policía las utiliza para detectar explosivos. Pero las abejas
huelen a través de sus antenas. En ellas hay numerosos órganos sensoriales que
en forma de pelos, cavidades o placas porosas responden a los estímulos
químicos, térmicos y vibratorios, por lo que además de oler pueden sentir
sonidos, vibraciones, temperatura o el grado de humedad.
El sentido del olfato
es fundamental para las abejas no solo para localizar el néctar de las flores
sino para comunicarse entre ellas.
¿Qué son las
feromonas?
Son señales de comportamiento
Las feromonas son
sustancias químicas segregadas por los seres vivos con el fin de provocar
determinados comportamientos específicos o como medio de comunicación. Cada
colmena tiene un olor determinado producto de una determinada feromona que
identifica a la comunidad. La abeja reina utiliza varios tipos de feromonas, para
inhibir el desarrollo ovárico de las obreras, consiguiendo que solo exista una
sola reina o para atraer a los zánganos en el vuelo nupcial. Las obreras
también segregan feromonas desde distintas glándulas, para comunicar la
presencia de la Reina, como alarma ante alguna amenaza o como aviso del
hallazgo de una fuente de alimento.
¿Cuántos ojos tienen
las abejas?
2 compuestos y 3
simples
Que las abejas tienen
dos ojos compuestos a cada lado de la cara es de sobra conocido; pero muy poca
gente sabe que también poseen sobre la frente tres pequeños ojos simples, u
ocelos. Los compuestos les sirven para ver de lejos y distinguir los colores,
entre ellos el ultravioleta, invisible para nosotros. Estos ojos compuestos son
mucho más rápidos que los nuestros. En lugar de 30 imágenes por segundo
disciernen 300. En cuanto a los ocelos, son lentes muy simples con las que se
orientan de cerca. Y ello gracias a que captan la intensidad, longitud de onda
y duración de la luz.
¿Y si nos pica una
abeja?
Mejor no frotarse
Lo mejor en caso de
picadura es actuar con calma y no frotarse Si nos frotamos, reventaremos la
glándula de veneno y éste se extenderá todavía más. Lo correcto es extraer el
aguijón arrastrándolo fuera de la piel con la punta de la uña o con cualquier
cosa que tenga la punta plana. Y hay que hacerlo rápido, pues otras abejas
pueden acudir al oler el veneno. Contra el dolor, lo mejor es aplicar calor
sobre la picadura. En poco tiempo el veneno quedará neutralizada y cesará el
dolor. En caso de que éste perdure, hay que acudir al médico urgentemente.
Podríamos ser alérgico y eso sí es peligroso.
¿Por qué los panales
son hexagonales?
Para aprovechar mejor
el espacio
Junto con los
triángulos y cuadrados, el hexágono es uno de los tres únicos polígonos
regulares con los que se puede formar un mosaico. Pero haciéndolo con hexágonos
las abejas consiguen mayor superficie para un mismo perímetro, con lo que
pueden almacenar mayor cantidad de miel ahorrando al máximo la producción de
cera, que es de lenta y costosa. Las abejas construyen sus celdillas de unos 5
milímetros de ancho con el vértice hexagonal hacia arriba. La reina utiliza las
celdillas centrales de los panales como cámaras de cría dejando el resto para
que las obreras almacenen la miel y otros productos de la colmena.
¿Por qué bailan las
abejas?
Para comunicarse
Aquí vemos a una abeja
obrera en plena danza mientras sus compañeras la observan. Les está indicando
datos muy precisos sobre una fuente de alimento que ha descubierto. Con su baile,
señala el ángulo que existe entre la colmena y la fuente de alimento respecto
al sol. Además, si la danza es circular, significa que está cerca, a menos de
100 metros. Po el contrario, si es en forma de ocho, el viaje será más largo.
Este dato resulta fundamental para que las demás se aprovisionen de alimento
debidamente antes de partir. Si una abeja al llegar a la colmena no danza, la
fuente de alimento encontrada no es importante.
Las propias abejas
El control de la temperatura
de la colmena es fundamental para la supervivencia de sus habitantes. Por
ejemplo, la cámara de cría siempre ha de estar entre 34º y 36º C. para que los
“pollos” prosperen. Si no hay cría, la temperatura suele estar entre los 25º y
los 15º C. Si pierden calor, las abejas lo recuperan formando entre ellas
racimos alrededor de la zona de cría. Por el contrario, si el ambiente es
sofocante, logran ventilar la colmena rompiendo los racimos que forman o
agitando sus alas a toda velocidad, a modo de ventiladores.
Con las glándulas
cereras
La cera es el elemento
fundamental para la construcción de las colmenas, una especie de cemento para
las abejas. Es producida por las obreras cuando tienen entre 12 y 18 días de
edad gracias a las glándulas cereras situadas en la parte interna del abdomen.
De ellas brota una sustancia blanca que, al contacto con el aire se solidifica
formando escamas. Las abejas las recogen y trituran añadiéndoles polen y
propóleos creando largas tiras denominadas cadenas de cera. Con ellas crean
nuevas cerdillas de los panales o los tapan operculando las cámaras de cría.
A veces, a más de 10
Kms
Está comprobado que la
distancia de vuelo de las abejas para recolectar miel y polen puede variar
entre unos pocos centímetros y más de 10 kilómetros. Esto último sucede cuando
hay una extrema escasez de alimentos. Lo normal es que no se alejen más allá de
un kilómetro de la colmena, con lo que una colonia explota las 300 hectáreas
que hay a su alrededor. Esto resulta lógico si pensamos que cuanto más tengan
que volar, más alimento necesitarán transportar y más pesado les resultará el
vuelo. Al volar, pueden alcanzar hasta 25 kilómetros por hora, gracias a sus
potentes alas, que se mueven a razón de 200 veces por segundo.
Reproducción sin
esperma
Partenogénesis viene
del griego y significa reproducción virgen. Es decir, nacimiento de un
individuo a partir de un huevo femenino no fecundado. Este mecanismo, que
parece imposible, es usado por muchas especies, entre ellas la abeja de la
miel. No es que las abejas se generen sólo con partenogénesis. De hecho, la
mayoría, obreras y reina, nacen de huevos que sí están fecundados por un gameto
masculino. No así los zánganos, los machos, que se generan, gracias a la
partenogénesis, a partir de huevos no fecundados. Estos huevos “vírgenes” son
habitualmente puestos por la reina y, excepcionalmente, por las llamadas
obreras ponedoras.
En unos cestillos que
tienen en sus patas
El pelo de las abejas
están cargado electrostáticamente, lo que hace que al depositarse en una flor,
el polen se adhiera a su cuerpo. Este, cuando la abeja se desplace a otra flor
será el que, al desprenderse, efectúe la polinización. Pero las abejas además
del néctar de las flores también recolectan polen ya que es fundamental para su
nutrición. Las abejas hacen unas pelotitas de polen que las depositan en la
tibia de sus patas traseras, donde una especie de cestillo llamado corbícula
sustenta el polen durante el transporte hasta la colmena. En las piqueras los
apicultores colocan rejillas con agujeros lo suficientemente anchas como para
que penetren las abejas pero que hacen que las bolitas de polen se desprendan
cayendo a una bandeja donde se recoge
Unas 80.000 en una
misma colmena
Una abeja reina puede
llegar a poner unos 2.500 huevos al día. Estos huevos pueden estar fecundados,
en cuyo caso nacerán nuevas abejas obreras, o no, en tal caso nacerán zánganos.
Como la vida de una abeja no pasa de los 35 días, este proceso de renovación
está en continua actividad, pudiéndose alcanzar comunidades de unos 80.000
individuos dentro de una misma colmena. Todos ellos serán entonces hermanos de
una misma madre, la abeja reina, aunque de distintos padres, los zánganos que
la consiguieron fecundar durante el vuelo nupcial y que murieron tras
conseguirlo. Como la abeja reina puede alcanzar los 4 o 5 años de vida, en ese
tiempo habrá puesto millones de huevos. Sin embargo el número de zánganos que
nacerán de ellos apenas llegarán a ser más de 4.000.-
La Reina y los
zánganos
Al poco de nacer, la
reina está preparada para procrear, por lo cual sale de la colmena con buen
tiempo y en horas luminosas, para iniciar su vuelo nupcial. Inmediatamente
aparece una nube de zánganos, siempre de otras colmenas. Esto es para
garantizar la variabilidad genética. Zánganos y reina evolucionan en el aire en
una danza nupcial que precede al apareamiento. Durante varios vuelos, y en
varios días, la reina se aparea con entre 10 y 15 zánganos, que normalmente
mueren por el esfuerzo. Por tanto, las abejas de una colmena nacerán de una sola
madre pero de padres distintos. El vuelo nupcial termina bruscamente cuando la
reina nota que su espermateca está llena.
Las abejas obreras
Las obreras que
producen jalea real, las llamadas nodrizas, lo hacen gracias a unas glándulas
que tienen en la boca y la faringe. Pero no las producen para ellas, sino para
alimentar a la reina, que la tendrá como alimento a lo largo de toda su vida.
Además de ser muy nutritiva, contiene diversas sustancias que protegen a la
reina de enfermedades. También se emplea para criar “pollos” de los que nacerán
obreras. Pero las futuras obreras se nutren así por poco tiempo: sólo entre el
tercer y el sexto día de puesto el huevo. Y con una jalea más líquida, con
menos hormonas, y mezclada con polen. De no ser así, todas las crías nacerían
reinas.
Comparados con las
obreras, sí
La vida de una abeja
obrera es realmente dura. Tras dejar sus estado larvario, durante los primeros
5 días de sus vida se dedica a limpiar y a cuidar a las crías, después, los
siguientes 5 días los dedica a alimentar a las larvas y más tarde a limpiar,
repartir alimento y construir celdillas hasta alcanzar los 17 días de vida,
cuando comenzará a preparar polen y vigilar la entrada. Es entonces cuando, ya
adulta, saldrá de la colmena a pecorear durante sus diez últimos días de vida.
Sin embargo los zánganos, que tardan más en nacer y que no disponen de aguijón
para defender la colmena lo único que hacen es esperar a que la abeja reina
inicie su vuelo nupcial segregando una feromona especial que los incitará a
seguirla. Los que consigan fecundarla morirán y resto continuarán esperando un
nuevo intento.
Evidentemente sí,
aunque su mecanismo ha sido un dilema para los científicos
El secreto del vuelo
de las abejas es un problema que durante mucho tiempo se ha mantenido sin
aclarar científicamente. Los cálculos dicen que según el tamaño de sus alas, el
peso de sus cuerpos y la física aerodinámica que conocemos, su vuelo es
imposible. Pero las abejas pueden estar ya tranquilas pues diferentes
investigaciones científicas han explicado como lo hacen. A diferencia de otros
insectos voladores que baten sus alas con un ángulo de inclinación entre los
145 y los 165 grados, las abejas lo hacen con una batida muy corta, con menos
de 90 grados, pero su aleteo se realiza con mucha más velocidad alcanzando las
230 veces por segundo. Esto junto con las características especiales de sus
flexibles alas, les proporciona la suficiente sustentación para volar.
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